Minificciones de Salvador Herrera García

Salvador Herrera García (Catemaco, Ver). Estudió comunicación y artes plásticas. Se ha desempeñado en el periodismo, la publicidad y la docencia, en el D.F., en Veracruz  y en su ciudad de origen. Escribe narrativa, crónica y poesía. Es dibujante y grabador, promotor cultural, maestro en planteles de enseñanza media, director fundador de la Casa de Cultura de su localidad. Ha colaborado con textos e ilustraciones en revistas como Punto de partida, El Cuento, Comunidad Conacyt, Revista de Revistas, La Valkiria, Suplemento de El Diario de Xalapa, El Búho y otras publicaciones. Es columnista habitual del semanario regional tuxtleco Palestra. Ha sido becario en dos ocasiones en el área de Letras del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Veracruz, IVEC-Conaculta.
Publicó La última aventura, colección de relatos, y Entre la magia y la bruma, estampas catemaqueñas: libro ganador del “Concurso estatal Sergio Galindo”, editado por el Instituto Veracruzano de Cultura en 2007. Felizmente  casado con Olivia, papá de  Salvador y Juan Pablo. Actualmente, es docente y director, por tercera ocasión de la Casa de Cultura. Ha sido propuesto para el nombramiento de Cronista de Catemaco, su ciudad natal.



La Bailarina
Para Olivia

 Noche a noche, a la misma hora, como un ritual, la bella y dulce bailarina danzaba al compás de una suite de Tchaikovski. Siempre a la misma hora, las misma música, los mismos pasos…
Era tal la gracia de su danza, que cautivaba al selecto grupo que noche a noche tenía el privilegio de verla bailar.
Una noche la música cesó de pronto. La frágil figura quedó inmóvil, con una pierna extendida, iniciando un paso que no terminó. Sus admiradores la olvidaron…
Ahora, la bailarina espera –arrumbada en una empolvada vitrina del bazar- que alguien se acuerde ella, repare el complicado mecanismo de la cajita musical… vuelvan así a sonar las notas de Tchaikovski, y ella reanude su grácil danza… 


Abandonado

Estoy abandonado entre estos matorrales. El calcinante sol de mediodía y el insoportable frío de la noche han demacrado mis facciones. Las hormigas me cubren y, a ratos, se acercan ratas y tlacuaches que me clavan sus afilados dientes.
No lejos de aquí está un camino por el que pasan los madrugadores y parranderos. Pero no pueden verme porque la maleza me oculta casi por completo.
Trato de alzar mi cuerpo, está pesado y rígido, como clavado a la tierra. Ya perdí la noción del tiempo.  No sé cuántos días hace que estoy aquí, la herida ha dejado de sangrar y ya no siento dolor… A ratos me vienen breves recuerdos de aquella noche… la disputa, la ira, los golpes, el brillo del puñal…yo, cayendo, rodando, rodando entre los breñales hasta caer en  el fondo de la barranca… Mi mente queda en blanco…
Comienza otro atardecer. Ya empiezan a revolotear los zopilotes… Pronto acabarán con mi cadáver.


El Alucinado

Abrigó en su mente al Cuervo de la alucinación y al Gato Negro del horror. Sabía de un Escarabajo de Oro y amó apasionadamente a Ligeia. Habitó en la Pavorosa Casa de Husher y escuchó el latido del Corazón Delator. Descifró el misterio de los Crímenes de la Calle  Morgue y se sumergió en la sordidez del Pozo y el Péndulo…
El whisky, las pesadillas, las deudas y, tal vez, las drogas lo volvieron   noctámbulo, solitario, vagabundo y triste…

Desesperado, encerró todas sus alucinaciones en sus geniales Historias Extraordinarias… Y una noche de 1849 –consagrado ya entre los poetas malditos-, Edgar Allan Poe, el de las insólitas narraciones, salió a la calle, en la ciudad de Baltimore… a esperar el frío de la muerte.


1 comentarios:

Unknown | 3 de enero de 2019, 0:01

Me interesa comunicarme con el señor Salvador Herrera García, cronista de la ciudad de Catemaco. Mi correo es chicol@prodigy.net.mx Deseo preguntarle sobre películas filmadas en Catemaco. Saludos de roberto Ortiz y felicidades por sus narraciones.

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